Si
bien algunos pensamos que Dios nos ha abandonado y que se nos ha olvidado,
déjame decirte amigo que no es así, Dios vive en cada uno de nosotros y somos
imagen y semejanza de él, a pesar de que a veces no queramos oírlo y buscar de
él, Jesús siempre esta allí para estar con nosotros y decirnos que nos ama...
Dios es amor y vida, como dice en su palabra Juan 3:16 Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
¿QUIÉN
ES JESÚS?
La
fe cristiana no consiste en aceptar un conjunto de verdades teóricas sino en
aceptar a Jesús de Nazaret, creerle a Cristo y descubrir en él la última verdad
desde la cual podemos iluminar nuestra vida, interpretar la historia del hombre
y dar sentido último a esa búsqueda de liberación que mueve a toda la
humanidad. El cristiano es, por tanto, un hombre que en medio de las diferentes
ideologías e interpretaciones de la vida, busca en Jesucristo el sentido último
de la existencia: Jesucristo es quien satisface sus más profundos deseos de
realización y felicidad. Esta es la buena noticia.
La
originalidad de la fe nace del encuentro con una persona: Jesús, el Señor. Él
es el centro unificador y totalizador. La fe cristiana supone una adhesión
explícita a la persona de Jesús, un seguimiento de su persona y evangelio.
Pero, ¿qué o quién se esconde detrás de este nombre? ¿Qué Cristo? Cada uno de
nosotros, cuando hablamos o pensamos en Jesús, nos lo imaginamos de una forma
relativamente concreta, dependiendo de la información que de él hemos recibido
en nuestro ambiente y dependiendo también de nuestra manera de ser.
Jesús
no mandó a escribir nada, sino que mandó a predicar y anunciar las buenas noticias de su muerte y resurrección:
se hizo hombre como nosotros, amigo de todos, para conducir a todos por el
camino de la vida y mostrar a todos el sentido verdadero de la vida humana que
vivimos. Era esto lo que los apóstoles predicaban y anunciaban a todo el mundo:
Cristo está vivo en medio de nosotros para ayudarnos en el descubrimiento de un
sentido para nuestra vida. Con esta predicación, que comenzó en Pentecostés,
muchas personas comenzaron a vivir en el amor, e iban surgiendo comunidades que
se llamaban cristianos (Hechos 11:26), porque creían en Cristo.
“Mira
que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis. 3:20).